10/08/2005

Innovar: ¿Pero en qué?

En general mi opinión se aparta de la línea editorial de El Diario Financiero, pero esta editorial tiene valor. Por lo anterior la transcribo en su totalidad, considerando la imposibilidad de accesarla online ya que el web de El Diario no mantiene ediciones de días anteriores

Innovar: ¿Pero en qué?
El gobierno anunció su intención de retomar la creación del denominado Fondo de Innovación Tecnológica, iniciativa que surgió en el marco de la discusión sobre el destino de los recursos que el fisco obtendría por el royalty a la minería.

El ministro secretario general de la Presidencia, Eduardo Dockendorff, dijo que esperan contar con la normativa legal operando en enero de 2006, incluyendo el mecanismo de distribución del fondo en regiones, “para estimular la investigación y las innovaciones a través de un mecanismo asociativo muy innovador que permitirá a los investigadores, universidades, grupos privados e, incluso, grupos vinculados a las actividades privadas, acceder a recursos frescos con cargo a lo que ingresa por el royalty a la minería”.

La idea de las autoridades es administrar este fondo a través de una Secretaría Ejecutiva, la cual contaría con recursos que el mismo gobierno estima en unos US$ 70 millones el primer año y hasta US$ 100 millones al tercer año de operación.

Bajo este escenario, la discusión parece centrada en asuntos sin duda necesarios, como son la forma más adecuada de administrar estos recursos o si los montos mencionados permiten avanzar en investigación, pero se echa de menos una definición sobre conceptos necesariamente previos a la puesta en marcha de lo que se supone una política pública en esta materia. Por ejemplo: ¿Qué entenderá el fisco por innovación? ¿Cómo se evalúa un proceso efectivo de innovación? ¿Qué clase de innovación y en qué áreas requiere el país?

Reiteradamente se utilizan las cifras sobre inscripción de patentes de invención como una forma de demostrar el retraso de Chile en este concepto. Es cierto: a comienzos de la década no habían más de 3.000 patentes solicitadas y unas 750 concedidas en un año, mientras que Estados Unidos, Japón y la Unión Europea sobrepasaban las 850 mil.

Sólo IBM, la multinacional de servicios informáticos, encabezó el ranking de patentes en Estados Unidos con 3.248 registros en 2004, gracias a inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D) por sobre los US$ 5.000 millones anuales.

Pero se trata también de la misma empresa que a comienzos de este año anunció la donación de 500 de sus patentes para que fueran empleadas libremente por los desarrolladores de software libre y esperan que otras compañías sigan su ejemplo.

Quizá este cambio de estrategia en IBM tiene una explicación: no basta con inventar, también se requiere la visión para convertir esa innovación en oportunidades de desarrollo. Muchas empresas han alcanzado el éxito con menos patentes, pero que respondían efectivamente a una necesidad insatisfecha de los consumidores.

Sin perder de vista que se trata de un asunto urgente, la comisión legislativa que deberá estudiar los aspectos legales de este fondo se puede constituir en una buena instancia para abordar estos aspectos clave de una futura política pública a favor de la innovación y el conocimiento.

El Diario Fianciero

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