05/01/2004

Distribuir no implica frenar la pobreza

Distribuir no implica frenar la pobreza
La distribución del ingreso es uno de los temas más debatidos y controvertidos dentro de la discusión económica. Esto, porque el análisis del tema se encuentra en buena medida influido por consideraciones normativas.

Chile aparece en la medianía del ranking latinoamericano de distribución del ingreso, comparando el quintil más alto y el más bajo. Asumiendo el coeficiente de Gini (que evalúa las diferencias de ingresos considerando toda la población), Chile se encuentra bastante más abajo. Pero esto no significa que el nivel de bienestar de los más pobres en Chile sea peor que en el resto de los países. La evidencia empírica más bien muestra lo contrario.

Un país puede tener una muy buena distribución del ingreso, pero la mayoría de la población puede estar sumida en la pobreza. Por el contrario, pueden haber países con mala distribución del ingreso pero con un mayor nivel de bienestar de los más pobres. La erradicación de la pobreza y la distribución del ingreso no son temas necesariamente ligados.

La relevancia

¿Por qué, sin embargo, sigue siendo relevante considerar la distribución del ingreso? La evidencia sugiere que una mayor desigualdad conduce a una mayor inseguridad en los derechos de propiedad. También la evidencia muestra que mayores conflictos sociales y menor protección de los derechos de propiedad afectan negativamente al crecimiento económico. El mismo Adam Smith, padre de la economía, planteó que una gran desigualdad genera inestabilidad social, lo que perjudica la riqueza de una nación. Por lo tanto, la distribución del ingreso puede ser una señal poderosa del clima social de un país.

Un problema que existe al comparar distribuciones de ingresos por países es que la fiabilidad de sus mediciones no es homogénea. Existen naciones donde los sectores más acomodados tienen gran parte de sus ingresos no declarados. Países como Chile, donde existe una mayor confianza en el mercado de capitales interno y, al mismo tiempo, existe una fiscalización más eficiente de los impuestos a la renta, se ven perjudicados en los rankings frente a sus vecinos.

Otro tema relevante a considerar es ver la distribución del ingreso una vez que se han traspasado los programas sociales, ya que éstos normalmente se concentran en las personas de menores ingresos. Esto hace que en países donde el gasto social se hace más eficientemente se logra una distribución más igualitaria (la distribución mejora ostensiblemente después de incorporar el gasto en educación y salud). Y la desigualdad de la educación es clave. Las personas que forman parte de los quintiles superiores tienen una mayor educación promedio que las personas de menores ingresos.

Lo deseable

Una política pública que propicie una mayor igualdad en la educación aparece como muy deseable. Pero no es claro que deba ser una meta para un gobierno alcanzar una determinada distribución del ingreso. Muchas veces políticas que tienen por objetivo una mayor igualdad en la distribución del ingreso conspiran severamente contra el crecimiento en la economía y sobre los más pobres. Aunque esto no implica que esta variable deba ser descartada para mirar el panorama social de un país.

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